lunes, 23 de noviembre de 2015

Texto descriptivo

Mientras paseo por el parque de los patos intentando describir lo que veo como nos ha mandado nuestra profesora de lengua, mi compañero Aarón me dice que tiene mucho frío.
Me dí cuenta de que no había nadie, seguramente porque es lunes y muy temprano. Además hay una niebla que impide ver mucho más allá.
De pronto vimos venir hacia nosotros a los polluelos perdidos, es decir, algunos de nuestros compañeros. Se estaban quejando del frío y pretendían no hacer la descripción.
Pude observar que había gran variedad de árboles, cuyos nombres no recuerdo. Me llamó la atención uno que tenía un aspecto terrorífico, pues estaba compuesto por ramas con formas extravagantes. Al lado de este, había un río de agua tibia y bastante sucia. También había bancos puestos estratégicamente para poder ver perfectamente aquel río, en días que se pudiera ver algo claro. También hay una farola muy alta a lo lejos cubierta de chapa, y a su lado una papelera de color marrón. Rodeando el río hay unas especie de vallas de madera muy bajitas, para evitar que la gente se caiga supongo.
Vimos como se acercaba nuestra profesora Ana porque creía que no habíamos hecho nada, pero Aarón y yo le enseñamos nuestro trabajo y nuestras fotos. Dijo que estaba todo muy bien pero que andábamos distraídos y faltaba poco tiempo. Cuando se alejaba se dio la vuelta de repente y nos preguntó que si habíamos visto a los compañeros que faltaban.
Con este ambiente helado y húmedo no puedo escribir bien, tengo las manos heladas por lo tanto doy por finalizada mi descripción.
¡Uy, se nos ha hecho un poco tarde, nos tendremos que dar prisa!


viernes, 6 de noviembre de 2015

NOS RECORTAN LA VIDA

Tal día como hoy, mi apreciada hermana me llama por teléfono diciéndome que su hijo se ha puesto enfermo y le han ingresado en el hospital. Por obligación más que por gusto tengo que ir a verle, pues no me cae bien ese crío del demonio que me tira bolitas asquerosas provenientes de sus orificios nasales. Al llegar me fijo enseguida en las paredes que hay, son casi tan viejas como la señora que me ha dicho amablemente donde está el pasillo de pediatría.
Por fin he encontrado la habitación, después de perderme unas... ¿diez veces? Quien sabe, perdí la cuenta en las quintas escaleras. Y allí estaba mi pequeño sobrino tumbado en un cama aparentemente incómoda de hierros y con un colchón que no tendría más de quince centímetros de grosor. No tenía muy buena cara, pues parecía un personaje de los Simpson de lo amarillento que estaba. Mirando alrededor veo que está bastante sucia la sala, como si no la hubieran limpiado desde la época del Romanticismo diría yo. Esto sólo puede ser por una cosa, los políticos han hecho recortes hasta en la sanidad que es lo más importante.
A las cinco y media de la tarde las cocineras traen la merienda al paciente y ¡vaya!, la de mi sobrino viene con un regalito, un pelo en todo el medio de la leche que es absolutamente repugnante. No solo puedo describir la insignificante ración de comida que hay, si no lo asqueroso que resulta ser.
Mientras tanto viene la enfermera a cambiarle el suero al pequeño tirador de cosas verdes; una señora con más verrugas en la cara que estrellas en el firmamento. No sólo me empuja con su tremendo trasero al pasar, también le da a la nauseabunda leche y me la tira en el pantalón, pero no todo termina ahí, le quita el suero de tal forma que empieza a sangrar como un gorrino.
Y para rematar el día, llega el de mantenimiento a arreglar algo del baño: un tipo alto, sin mucho pelo por la zona delantera de su cabeza y con unos pies más grandes que el Océano Pacífico; se le nota su patosismo cuando me tira una llave inglesa a la cabeza "por error", según él. ¡Menuda vergüenza! ¡Que desastre de sanidad! Recortes en los servicios de limpieza, en el personal contratan a personas inútiles..., ¿cómo vamos a acabar?
Prefiero irme de este sitio mugriento antes de que ocurran más barbaridades de este tipo.

Firmado Zungano