Yo me he asomado a las profundas simas
de la tierra y del cielo,
y les he visto el fin o con los ojos
o con el pensamiento.
Mas ¡ay! de un corazón llegué al abismo
y me incliné por verlo,
y mi alma y mis ojos se turbaron:
¡Tan hondo era y tan negro!
-Me parece una rima difícil de entender pero que transmite un sentimiento que todos hemos sentido a lo largo de nuestra vida, que es la soledad. Este, es un tema que nos interesa a la mayoría de las personas porque a poca gente le gusta la soledad y como podemos observar en esta rima, al autor tampoco le agrada porque siente un gran vacío en su interior. Con lo cual a mí personalmente si me gusta porque me puedo sentir identificada.
-En esta rima, Bécquer nos habla de que al mirar en su interior solo puede ver soledad. Este sentimiento tan triste es producido por amor.
-La métrica está compuesta por ochos versos, divididos en dos estrofas con cuatro versos en cada una. En la primera estrofa podemos observar que el primer y el tercer verso son de once sílabas(arte mayor), sin en cambio, el segundo y el cuarto de siete(arte menor). Podemos saber también el tipo de rima, que es asonante pero solo en los pares, los impares no riman.
-El verso que más me ha llamado la atención:
"Y les he visto el fin o con los ojos
o con el pensamiento"
He elegido este verso porque me ha llamado bastante la atención, principalmente porque me parece bonito gracias a la estructura que tiene, en mi opinión. Me parece brillante y el más destacable de todos.
Me transmite un sentimiento de duda con carácter de tristeza en la que el autor no sabe si ha visto las profundas simas con los ojos, es decir, que lo ha visto realmente, o si es simplemente un pensamiento de su cabeza, algo imaginado por sí mismo.
-El verso que he elegido de una canción (DÁMELO- Kaze):
"De esas veces que te vas para no volver"
He querido compartir este verso de la canción porque me gusta y me parece que tiene cierta relación con la rima de Bécquer, ya que también está hablando sobre que se siente sólo y triste por amor, que se va y no vuelve y se queda solo sin nada más.
En mi opinión, me parece muy bonita y significativa.
miércoles, 21 de octubre de 2015
viernes, 9 de octubre de 2015
Historia de miedo
SABINA
Tras nueve duros meses de instituto concretamente de primero
de bachillerato, la tranquilidad regresa a mi. ¡Por fin es verano!, pero este
va a ser especial, lo sé porque me han pasado muchas cosas a lo largo de este
curso. Empecé a salir con el chico del que siempre he estado enamorada, Iván,
en Julio del año pasado y vamos a hacer un año el mes que viene, y para celebrarlo nos
queremos ir una semana juntos de vacaciones, aunque también vendrán mis amigas
y un par de amigos suyos porque si no nuestros padres no nos dejan. El caso es
que vamos a estar esos siete días juntos todo el rato en un sitio muy bonito, y
eso me hace mucha ilusión. Entre todos pensamos en ir a un lugar tranquilo en
el que descansar y que nadie nos moleste, y nos pusimos de acuerdo en ir a
Gorafe, una ciudad no muy grande en la que hay diversas leyendas, una de ellas
comenta algo sobre que un tal Scott tras asesinar a su amada Sabina, se ahorcó
y ahora perturba el pueblo; otras dicen que su cuerpo sigue intacto en lo alto
de la colina donde se suicidó, pero ninguno de nosotros creemos en nada de eso,
pues cientos de personas se ahorcan en el mundo y no pasa nada.
Ya hemos comprado los billetes del tren de ida y vuelta, me
llamó la atención que en cada uno pusiera el nombre y el primer apellido,
Almudena Silva, Diana Soler, Erica Moreno, Vanesa Pereira, Gorka Fernández,
Lucas Pons, Iván Vega y yo, Leila Rodríguez.
Estoy nerviosa y a la vez contenta porque solo faltan un par
de días para irnos, pero no se, siento algo extraño, como si me faltara el aire
cada vez que pienso en ir. Mi madre dice que es por la edad del pavo y porque
estoy tan ilusionada que me agobia la idea de que algo pueda salir mal, como
que alguien falle en el último momento, o que algo de lo que ya tenemos
preparado no salga bien. Supongo que tiene razón, pero esta sensación no la
había tenido nunca y no me gusta demasiado.
Ya es hora de preparar el equipaje, aunque solo me voy a
llevar un par de bikinis para la piscina del hotel, tres pantalones cortos,
cuatro o cinco camisetas informales y algún que otro vestido llamativo para
salir por la noche.
Meto el cepillo de dientes en la bolsa de aseo ¡y listo!
Vaya, que puntual es Erica, habíamos quedado a las seis en
la estación y no ha tardado ni dos minutos en llamarme para ver donde estoy.
Dice que ya están los demás allí esperando, y que nos demos prisa Iván y yo,
porque el tren sale en treinta y cinco minutos.
A las seis y treinta y dos llegamos a la estación él y yo,
sudando como si viniéramos de hacer abdominales en educación física de lo que
habíamos corrido.
-Casi perdemos el tren. <Dijo Almudena de mal humor, como
de costumbre>
-Perdonar… Es que tenía que darle de merendar a mi abuela y
ha tardado más de lo normal. <Respondió Iván con un tono agradable>
-Bueno da igual, ¡vamos deprisa que ya está aquí!
<Suplicó Gorka>
Nos subimos y dejamos las maletas en la parte de arriba; yo
me senté con Iván obviamente, Gorka y Lucas en el asiento de enfrente, Diana y
Erica en el de al lado juntas como era de esperar porque aunque dicen que no,
se les nota a leguas que son mejores amigas, y por último Almudena y Vanesa en
el de más allá por descarte.
El viaje solo duró una hora y media, se me hizo muy corto
porque fui conversando con Iván sobre nuestras cosas y lo bien que lo íbamos a
pasar. Nos bajamos del tren y nos dirigimos hacia el hotel según las
indicaciones que nos ofreció la gente.
-¡Aquí estamos! <Gritó Lucas emocionado>
-¡Que bonito! <Dijeron al unísono las chicas>
El hotel es de piedra como si fuera antiguo, de la época del
romanticismo diría yo. Con las paredes muy gruesas y techos altos, decorado de
un carácter fantasmagórico y siniestro, pero es que era el más barato aunque si
se sabe apreciar es bastante aceptable.
Dejamos las maletas cada uno en nuestra habitación y sin
pensarlo más de dos veces visitamos todo el pueblo. Solo nos encontramos gente
amable y extrovertida, una tienda de golosinas muy grande y un lago de agua
cristalina, nada del cuerpo del tal Scott, ni cosas por el estilo.
-Está anocheciendo. <Dijo Vanesa>
-Tienes razón, deberíamos irnos al hotel ya. <Sugirió
Erica>
Y sin entretenernos demasiado decidimos regresar, aunque es
la tercera vez que nos perdemos hoy.
Iván y yo íbamos unos cuantos pasos más atrás que los demás,
los perdimos de vista cuando nos paramos a echarnos una foto junto a un árbol
muy raro. Llegamos al hotel y supusimos que nuestros amigos ya habían entrado.
Alcé la mirada y me di cuenta de que había un cuerpo colgando con una cuerda
atada al cuello. Me quedé pálida y sin respiración, con los ojos abiertos como
platos; Iván se dio cuenta de que algo me sucedía y me preguntó asustado que
qué pasaba. Le señalé temblorosa hacia la colina donde estaba aquel hombre, a
unos veinte metros de distancia. Alzó la cabeza deprisa hacia esa dirección y
en cuanto lo hizo… ¡PUM!, el cuerpo se cayó al suelo. Grité como si me fuera la
vida en ello, él también estaba asustado pero trataba de calmarme y me
abrazaba. Pasaron varios minutos, yo seguía abrazada a él sin dirigir la mirada
hacia esa terrible colina, y cuando giré delicadamente la cabeza hacia la
derecha, vi su rostro a unos centímetros de mí. Y volví a gritar pero esta vez
más fuerte, el miedo me corría por las venas y sentía que nunca podríamos
escapar de aquello.
Scott se abalanzaba sobre mí gritando: ¡Sabina! ¡Sabina!
¡Ven Sabina! ¡No vas a escapar Sabina!
Mientras, yo le pedía ayuda a Iván:
-¡Iván por favor no me dejes sola! ¡Iván protégeme! ¡Por
favor!
-Leila tranquila, estoy aquí. Yo no veo nada, ¿de qué te
asustas?
En el fondo me sentía segura porque estaba él a mi lado, y
si él no podía ver lo que yo a lo mejor era porque en realidad no había nada,
aunque yo lo viera totalmente real. Me tranquilicé un poco aunque yo seguía
viendo a Scott amenazándome y gritando el nombre de su amada; cuando de
repente, se hizo un tremendo silencio y yo miré sigilosamente a Iván, vi como
se ponía pálido y hacía movimientos raros…, me agarró fuertemente y empezó a
decir, ¡Tranquila Sabina!, ¡no te pasará nada Sabina!, ¡Yo estoy aquí Sabina!
Con una voz que no era suya, con un tono que daba verdaderamente miedo. ¡Iván
me confundía con Sabina y me quería matar junto a Scott! Y ahí fue cuando me
asusté de verdad, y sentí como me moría por dentro.
Y ahora soy yo, la chica que no creía en leyendas y en historias
de miedo, quien perturba este maldito pueblo.
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